El verano marca el final del curso; llegan las notas y las graduaciones para quienes han logrado superarlo. Otros, los cateados deberán aprovechar la canícula para hincar los codos y mejorar en aquellos aspectos que no han logrado alcanzar.
Nuestros representantes políticos en esta ocasión como los malos estudiantes deberán trabajar en verano y llevar sus tareas fin de curso concluidas antes del 23 de julio. Son muchos los que han comenzado el camino, sólo unos pocos serán elegidos. Pero entre todos, sólo uno; uno solo obtendrá la graduación “cum laude”.
En esta frenética carrera a la caza y captura del voto de los ciudadanos se entregan unos y otros perdidos en debates estériles, que lejos de calar en los electores, hacen caer en el sopor propio de esta época estival. No ayuda a despertar el interés, precisamente, los cambios de posición. Los vaivenes no son buenos compañeros de viaje en la vida en general y en política en particular.
En esta vida no se puede decir “nunca”. Una persona muy cercana sentenciaba “Nunca digas nunca”. Esa palabra está desterrada del léxico cuando se depende de terceros para lograr el objetivo. No vale predicar sin dar trigo. Uno puede llegar a arrepentirse. La pasada semana destacaba la claridad de María Guardiola sobre sus principios y los hechos son tozudos. El final está próximo a escribirse. Nada nuevo bajo el tórrido sol del verano.
“El Graduado”, todo un clásico de la historia del celuloide, basada en una novela de éxito de Charles Weeb del mismo nombre, nos contaba una historia oculta entre los protagonistas que acababa en una boda sin amor.
Hemos conocido algunas propuestas, meras pinceladas de las ofertas programáticas que por el momento son insuficientes para obtener la graduación. Hay que poner todas las cartas boca arriba, sin historias ocultas para no truncar las ilusiones de unos y resolver las dudas de otros. No vale con el aprobado. En este examen hay que ir a por la nota que permita optar al premio fin de carrera. Un logro que en la mayoría de las ocasiones no se obtiene dándose el atracón la semana de antes del examen. Es una carrera de fondo. Ese debería ser el ideal.
Los ideales parece que han quedado en un segundo plano, aunque siempre nos quedarán nuestros IDEALES, los de cada uno ; que esos no nos los cambian, que para eso son nuestros y de todos quienes fueron reconocidos en la gala del Diario Ideal con los que se quiso reivindicar la labor y el trabajo que desarrollan diferentes colectivos, entidades y personas a título individual, en favor del desarrollo y la promoción de nuestra provincia. Eso sí que es una graduación, “cum laude”.