Investigadora de la Universidad de Jaén participa en un trabajo que demuestra la influencia de la memoria en la adaptación al frío


La investigadora Ramón y Cajal del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén (UJA), Clara Ortega, ha formado parte de un pionero trabajo que demuestra la influencia de la memoria en la respuesta fisiológica de adaptación al frío. Su colaboración en este estudio tuvo lugar durante su etapa postdoctoral en el Trinity College Dublin (Irlanda), junto al principal responsable de la misma, Tomás Ryan.

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Dicha investigación trata de conocer cómo el cerebro es capaz de almacenar y gestionar información para actuar y tomar decisiones a partir de esa información. En concreto, pretende analizar si los engramas, conjuntos de células interconectadas que almacenan los recuerdos a largo plazo en el cerebro, codifican representaciones corporales, como experiencias de infección, inflamación, consumo de alimentos o dolor.

Uno de los objetivos de la investigación se centró en entender cómo el cerebro rige la adaptación del cuerpo a determinados ambientes. “En concreto, analizamos cómo el cerebro es capaz de generar memorias que, por sí solas, son capaces, cuando se activan, de provocar una respuesta fisiológica como es la adaptación a un contexto frío”, señala Clara Ortega.

En ese sentido, en esta investigación plantearon como hipótesis la formación de engramas en el cerebro para representaciones de temperatura, que ayudarían a un organismo a sobrevivir ante temperaturas cambiantes y extremas. “Este trabajo es muy interesante porque es la primera vez que tenemos una asociación directa entre la memoria y una respuesta fisiológica. Según el estudio realizado con ratones, sabemos que si activas una memoria que está asociada a un contexto frío, esa memoria ya es capaz de modificar el sistema fisiológico y la respuesta al frío para prepararte de cara a cuando vuelvas a ese contexto”, explica la investigadora del área de Fisiología de la UJA.

Los resultados de este trabajo, publicado en la prestigiosa revista Nature, indican que el cerebro es capaz de almacenar información referente a un contexto asociado con el frío. “Solo acordándonos de ese contexto y reactivando esa memoria, somos capaces de activar nuestro metabolismo y la respuesta termogénica”, subraya Clara Ortega, que especifica que en el estudio se ha comprobado este hecho tanto volviendo a exponer al animal a ese contexto frío, como activándolo artificialmente con una técnica denominada optogenética. “De ambas maneras, es capaz de preparar su organismo para responder a una bajada de temperatura, que es lo que el animal espera”, añade.





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