Música en Segura finalizó la primera parte de su VI edición batiendo todos los récords:
Más de 8.000 espectadores (un 28% más que en 2018), un lleno medio del 94% (tres puntos superior al pasado año), 35 conciertos y actividades musicales (un 45% más que el pasado año), desarrollados en localizaciones que van desde la plena naturaleza, una aldea de apenas 8 habitantes, el paisaje industrial de una almazara o una torre almohade en pleno olivar.
Con los abonos para el festival agotados meses antes de iniciarse el mismo, el público visitante se ha desplazado a Música en Segura desde países como Alemania u Holanda, así como de diversos puntos de España, contando con casi un 50% de público local. Las actividades en escuelas o residencias para mayores han mantenido la vocación social de un festival que se celebra en una de las áreas de la España vaciada.
No sólo las localizaciones de los conciertos han sido especiales, también el formato de ellos, que ha ido desde una excursión musical, un desayuno musicado, unas “cantigas raperas” por las calles de Segura de la Sierra, un gran montaje que incluía 18 músicos y cuatro pianos de cola para el espectáculo de Neopercusión con los solistas de la Orquesta Nacional de España o las exposiciones sonoras “Cuando la música nos tortura” o "MELT", que permitía escuchar a un glaciar derritiéndose, etc.