Caminar regularmente mejora no solo la condición física, sino también la salud mental y el estado cognitivo de las personas mayores. Este es una de las conclusiones más relevantes obtenidas por el Proyecto ANDARED, que coordina la Universidad de Jaén y en el que participan investigadores de otras universidades, que tiene como objetivos fundamentales caracterizar la marcha humana de personas adultas y mayores españolas en relación a diferentes indicadores relacionados con la salud y el envejecimiento, así como establecer los criterios de prescripción de la marcha en personas adultas y mayores para la promoción de la salud, la reducción del sedentarismo y la obesidad.
Para desarrollar el proyecto, se ha diseñado un estudio de carácter transversal y diversas intervenciones. En el estudio transversal y con una muestra de 388 participantes de entre 60 a 100 años, se han establecido los valores de referencia de los pasos diarios recorridos en relación con la edad y el sexo. Así, no se encontraron diferencias entre mujeres y hombres, pero sí existe un significativo efecto de la edad, en un intervalo de entre 10.000 a 5.000 pasos diarios entre los 60 a 100 años.
A su vez, el número de pasos diarios se asoció con diferentes variables relacionadas con la salud como la capacidad cardiorrespiratoria, la velocidad de la marcha, la fuerza de piernas, el riesgo cardiometabólico o la percepción del estado de salud. Además, se realizaron dos protocolos de entrenamiento de la marcha, uno de 8 semanas con 3 sesiones a la semana de 1 hora de marcha y otro de 6 semanas con 4 sesiones semanales de 1 a 2 horas, con actividades de marcha rápida, marcha con sobrecarga y desnivel o marcha con tareas cognitivas.
Los hallazgos más relevantes señalan que el entrenamiento de la marcha en personas adultas y mayores entre 3 a 4 sesiones semanales de al menos 1 hora de duración provoca mejoras significativas a partir de las 6 semanas en la condición física, la salud mental y el estado cognitivo, reduciéndose a su vez el riesgo cardiometabólico. “En conclusión, la promoción de la marcha en personas adultas y mayores, a través de un entrenamiento sistematizado, conlleva extraordinarios beneficios para la salud. Es un entrenamiento seguro y fácil de seguir por lo que su aplicación a cualquier tipo de persona y en cualquier entorno, urbano o rural, convierte a este protocolo de entrenamiento en una herramienta extraordinaria para promover la salud de personas adultas y mayores”, indica Pedro Ángel Latorre, investigador principal del proyecto.